He olvidado el violáceo firmamento
que sacude los besos y miradas
hasta alzarlos a estrellas encantadas
por tus ojos, por ti y por tu aliento.
He ceñido a la estatua del viento
palabras que nos han sido robadas
y pupilas que, rotas y acabadas,
te han mirado la piel con sufrimiento.
He roto muchas veces el dolor
que alguna vez llevó mi alma a la cuna
cuando estaba ya muerta por tu ardor.
Y cantaré a la Tierra o a la Luna
que quizás entregué a todas mi amor,
pero a todas amé como a ninguna
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